lunes, 20 de febrero de 2012

A los hombres que más quise. Parte II.

Si supiera que ésta fuera la última vez que te vea salir por la puerta, te daría un abrazo, un beso y te llamaría de nuevo para darte más." (Gabriel García Márquez)

¿Cuál fue la distancia exacta para perder aquellos besos? ¿Y para conseguirlos? ¿Cuánto medía el cristal que separaba tus manos de mis manos? ¿Qué recorrido había que tomar para dar la caricia más eléctrica? ¿Y la longitud para alcanzar un sueño? ¿En qué cifra comenzaron nuestras miradas a hablar? ¿Y el momento que convertí tu suspiro como mi necesidad vital? Además también, ¿conoces el punto donde nuestras palabras se silenciaron? ¿Fuiste consciente del existente para enamorarme de ti? Y, el mejor, ¿qué camino extenso hay que andar para olvidarte?
Sólo te diré: 2 centímetros.
20 milímetros miden las preguntas que planteo. Las respuestas que pienso. Que te pienso.
Pero… ¿Cuánto mide el miedo? ¿El temor al fracaso? ¿La derrota? ¿Qué espacio existe entre mis lágrimas y el suelo? ¿Qué medida tiene la longitud de la tristeza? ¿Y el abismo entre el bloqueo y el fin? ¿Sabes en qué escala numérica está la flaqueza?
Yo sí.
Ahora, déjame que sólo te diga: LEJOS. Mucho más lejos de 2 centímetros. Inexistente.
Y sabes que mis retos no alcanzaron jamás los 162. Son grandes, pero no tanto. Ninguno me supera, ni el de escribir (¿te acuerdas?)… y a día de hoy, el de dejar de necesitarte menos.
Ya no siento como aquel verano, pero sigues siendo la persona a la que más quiero este invierno.
Nuestro final fue tan sólo el principio de algo mejor.
Contigo supe qué era enamorarse, D. No me faltes nunca.

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