domingo, 16 de junio de 2013

Remember



Un Lunes de Junio, al volver de Barcelona, escribí lo que hoy en día no es ni la mitad de lo que siento. Tú y yo somos tan especiales que no tenemos un día específico para celebrar que estamos juntos, queriéndonos o llámalo X. Supongo que ahí tenemos la respuesta: todos nuestros días son especiales. Recuerdo el 17 de Junio cuando me besaste por primera vez como si fuera hace un ratito… Lo bonito de ti es que eres la única persona del mundo que sabe besar almas con las letras o la voz. Te echo de menos cada segundo, pero me compensa saber que te tengo y que, en cada encuentro, volvemos a vivir nuestro primer beso como aquel Viernes. Te quiero, más que cuando he empezado a escribir estas palabras.

Lunes 20 de Junio de 2011:
Conozco cómo es tu sonrisa de las seis de un viernes, esa que lanzas al mundo desafiante y todos sienten deslumbrar… pero sólo a mí me dedicas.
Conozco tu voz en formato teléfono, formato risa, formato susurro y formato silencio. Conozco cómo te callas pensamientos, cómo muerdes cada sentimiento y cómo me dices con caricias que siga durmiendo en tu pecho.
Conozco tu primera mirada del día y la última de la noche. Conozco cómo son tus ojos cuando tienes el miedo de frente. Cuando observas el temor en mi cara. Conozco cómo son tus ojos antes de sonreírme, antes de besarme, antes de verme llorar. Conozco cada pestañeo, cada parpadeo, cada brillo de vida…
Conozco tu cara de serio, tu rostro de dormido y tu imagen al amanecer.
Conozco la manera más rápida de despeinarte, qué forma es la mejor de tirarte de la camiseta y cuál es la postura más cómoda en tu sofá para que no me sueltes la mano. Tampoco dejar de abrazarme.
Conozco el olor de tu piel, de tus cremas matutinas, el de la humedad de las duchas de primavera y el del humo que apartas con tus movimientos para que no me alcance.
Conozco cómo tomas el café, cuánta leche cabe en él, de qué marca es el queso que le echas a la pasta y a qué altura me escondes los vasos para que no llegue.
Conozco cómo sabe tu cocina, cómo saben tus abrazos, tus besos de buenas noches y el helado de fresa que te cojo de tu plato.
Conozco los números que separan tu casa de la mía, los números de escalones que hay hasta tu cama y el número de teléfono que no he dejado de marcar en 6 meses. Conozco qué número de pie calzas y en cuáles se hallan tus canales de la tele. Pero ignoro la de veces que me has acariciado el pelo este fin de semana…
Conozco las películas de risa, las películas de miedo, las películas que soñamos y la película que vivimos.
Conozco qué es ganarte a los pulsos que echamos con los dedos, cómo bebes cerveza y me abres la vaselina que huele a piruleta.
Conozco tu preocupación, cómo estás pendiente de mí, cómo me arrebatas la maleta, cómo quieres que me ponga buena cuando me duele la tripa y cómo me susurras al oído eso de “Shhh… sigue durmiendo, no te preocupes” (algún día sabrás que sobre tu camiseta existieron mis lágrimas).
Conozco la oscuridad de tu habitación, la luz de la mañana, el color morado que reposa sobre tus sábanas, el amarillo de tus toallas y el de vida que hay en tus pupilas.
Conozco las terrazas de verano, los trucos de magia, las tiendas de trajes de novia y las palabras al oído en una estación de autobuses.
Conozco lo mejor de Barcelona escondido en un hogar que no me he cansado de ver durante dos días: tú.
Conozco tus idas, venidas, te conozco de pie, sentado, tus bienvenidas…
…pero no me acostumbro a tus despedidas.
Conozco qué es la distancia, sabernos entre un cristal que pronto se mueve de retorno y conozco cómo es el dolor de una separación de corazones.
Conozco qué es enamorarse.
Y ahora que conozco qué es tenerte cerca, qué es despertar a tu lado, cómo es dormirme contigo de la mano y lo grande que se me ha quedado mi sofá desde que estamos lejos, tengo claro algo:
CONOCERTE es lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo. Y quiero seguir haciéndolo hasta donde mi mente alcanza.

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