miércoles, 18 de enero de 2012

Por ser como eres

No voy a decir eso de: “No eres tú, soy yo” porque sería mentira. Eres tú. De hecho, por ser como eres, has convertido nuestra relación en una colección de momentos olvidables y tediosos. Porque eres una persona destructiva, huidiza, autocompasiva y pusilánime. No quieres crecer, no quieres disfrutar, no quieres explorar. ¡Y en la vida hay que improvisar para sentirse vivo! Hay que dejarse sorprender, cambiar de planes.
Pero tú no, tú todo lo cuentas, lo calculas, lo mides, lo pesas, lo cronometras. Y cada vez que miras el reloj, se me revuelve el estómago. ¿¡Qué es eso tan apasionante a lo que pareces llegar tarde a cada minuto!? ¿Me quieres contestar?
Espérate que a lo mejor no es justo decir que eres tú. Puede que también sea yo.
Sí, puede ser…
Pero soy yo por dejarte ser como eres. Soy yo por no haber dicho antes que me faltaba el aire. Soy yo por pretender creer que las cosas iban bien cuando siempre han ido rematadamente mal. Soy yo por no escuchar a mi piel cuando me decía una y otra vez que le repugnaba la tuya.
Sí, mi piel odia a tu piel, y esto es algo químico… algo que no se puede controlar. Porque para empezar, una piel nunca se equivoca, no tiene capacidad para juzgar, son solo células que sienten. ¿Lo entiendes?
Una piel no sabe si el dueño de la otra piel es gilipollas o no. Sólo sabe ser piel, y nada más que piel.
Y te decía que soy yo, por haber sido como tú. Soy yo por haber renunciado a mí. Soy yo por haber dejado de vivir por mí para morir contigo lentamente.
Por eso comprenderás que me tenga que ir. Ninguno de los dos se merece estar pasando por esto…

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